El parto por cesárea

La mayoría de las mujeres prefiere no dar a luz mediante intervención quirúrgica, pero a veces es inevitable. En ciertos casos, ya sabrás de antemano que el parto va a ser por cesárea, sobre todo si ha habido complicaciones que la requieran. La cesárea también podría realizarse si se presentan problemas durante el parto que hagan que el alumbramiento vaginal no se pueda llevar a cabo en condiciones de seguridad para ti o tu bebé.

Algunos de los motivos para practicar una cesárea son: las dificultades para que avance el proceso del parto, los indicios de parto prematuro, la placenta previa (así se conoce la situación en la que la placenta cubre parte del cuello del útero), la presentación de nalgas del bebé y el riesgo de que la madre le transmita una enfermedad infecciosa (como la hepatitis C o el VIH).

La cesárea consiste en una incisión realizada a través de tu útero que permite al médico extraer a tu bebé. En el Reino Unido hay un 25 % de mujeres que dan a luz de esta forma, en EE. UU. es el 32 % (en España ronda el 25 %).

Si sabes de antemano que vas a tener un parto por cesárea, estarás algo más preparada, pero cuando se hace por una emergencia, puede que te asuste un poco. Normalmente recibirás anestesia epidural o espinal, que comportan menos riesgos que la anestesia general. Este método tiene un beneficio, que es que podrás ver a tu bebé nada más nacer.

Los bebés que nacen por cesárea no tienen el mismo aspecto arrugado que los que nacen por parto vaginal. Normalmente permitirán a tu pareja que permanezca en el quirófano y participe de la experiencia del nacimiento de vuestro hijo.

El parto por cesárea a petición de la madre (cesárea optativa) es un tema que sigue generando mucha polémica, sobre todo porque no existe una necesidad por motivos médicos. Por suerte, cada vez hay más ginecólogos dispuestos a atender las peticiones de las mujeres, aunque no exista necesidad médica. Lo más importante es que conozcas de antemano las ventajas y desventajas del parto por cesárea.

El argumento de que los partos por cesárea planificados son más peligrosos no tiene justificación. No hay evidencia que demuestre que las cesáreas son peligrosas, excepto cuando se realizan en una situación de emergencia (que ya es peligrosa de por sí).

La cesárea optativa tiene el beneficio de eliminar la incertidumbre propia del proceso del parto. Suele disminuir la incidencia de sufrimiento fetal, lesión fetal, lesión del suelo pélvico y rotura del útero. El parto por cesárea elimina muchos de los riesgos para el feto, ya que no tiene que soportar el estrés del nacimiento.

Si tienes un parto por cesárea, tendrás que pasar unos días recuperándote en el hospital.

El posoperatorio de un parto por cesárea es como el de cualquier intervención quirúrgica abdominal; la diferencia es que, en lugar de perder un órgano, como la vesícula o el apéndice, ganas un bebé.

Aunque tu periné estará intacto, sí que sufrirás las otras molestias posparto típicas de un parto vaginal, como entuertos, loquios, congestión en los pechos, pérdida de cabello, fatiga, aumento de la transpiración, tristeza posparto y agotamiento.

Esto es lo que ocurrirá en la sala de reanimación:

Tu médico te tendrá bajo vigilancia hasta que desaparezcan los efectos de la anestesia. Tendrás lagunas en la memoria si te han suministrado anestesia general. Los efectos de la anestesia espinal o epidural suelen tardar más en desaparecer que los de la general.

Cuando desaparezcan los efectos, te empezará a doler la incisión. La intensidad del dolor depende de muchos factores, como tu tolerancia al dolor y tus antecedentes de partos por cesárea, ya que las cesáreas sucesivas causan menores molestias que la primera. Se te administrarán medicamentos contra el dolor.

Si tienes náuseas, el médico prescribirá un antiemético (un fármaco contra los vómitos y las náuseas).

Una enfermera vendrá periódicamente a comprobar tu evolución. Anotará tus constantes vitales (temperatura, tensión sanguínea, pulso y respiración). También comprobará tu orina, tu secreción vaginal, el vendado de la incisión, la firmeza y posición de tu útero y la sonda intravenosa y la urinaria.

Durante las 24 horas siguientes al parto, y ya estabilizada, se te trasladará a la habitación. Esto es lo que ocurrirá en la habitación:

Se comprobarán periódicamente tus constantes vitales, los vendajes, la orina y la secreción vaginal y la sonda intravenosa y la urinaria.

Transcurridas 24 horas de la intervención, se te retirará la sonda urinaria si eres capaz de orinar por ti misma.

Puede que sientas los mismos entuertos que una mujer que haya tenido un parto vaginal. Aparecen entre 12 y 24 horas después del parto. Son unas contracciones que se producen en el útero para que vuelva a tomar la forma previa al embarazo.

Se te retirará la sonda intravenosa y se te permitirá la ingesta de líquidos unas 24 horas después de la intervención (ese es el tiempo que pasa hasta que aparecen los primeros indicios de movimiento intestinal). Podrás empezar a ingerir alimentos poco a poco hasta volver a tu dieta normal después de un par de días. Las mamás que vayan a dar el pecho tienen que ingerir mucho líquido.

El aire atrapado en tu abdomen tras la intervención puede irritar tu diafragma y provocarte un dolor referido en el hombro. Durará unas cuantas horas, así que te suministrarán un analgésico.

Puede que te recomienden que te pongas unas medias elásticas para favorecer la circulación y prevenir la formación de coágulos de sangre en las piernas debidos a la falta de movimiento.

Te quitarán los puntos (si no son absorbibles) o las grapas entre cuatro y seis días después del parto.

Por último, si todo está bien y no hay complicaciones, podrás ir a casa entre cuatro y siete días después del parto.